domingo, 21 de febrero de 2010

Tirar despues de usar


Amor de carnaval, amor de traición.
Segundas partes nunca son buenas.

Y me dio igual el refranero popular (que digo: si es popular es porque algo de razón tendrá, no?). Me lo creí todo. Volví a caer en la trampa como una borrega. Le abrí las puertas de mi casa, dejé que comiera mi comida y que me follara. Le creí y valía mucho para mi.

Cuestión de valores. Yo para él valgo tan poco como usar y tirar. Tan poco como que ni siquiera se tomó la molestia de ocultarse para liarse con otra mujer. En mi ciudad, en mis carnavales, cuando había venido a quedarse conmigo.

Las cosas del destino: mientras esperaba sentada en la mesa, rodeada de sus amigos, poniendo una sonrisa pero ahogandome por dentro con el silencio de mi tristeza contenida, vi pasar a un señor disfrazado de quijote. Su dulcinea (una mujer de unos 40 años) iba detrás, y le llevaba la lanza. Amor quijotesco; el quijote camina ligero, dulcinea le carga sus cosas y siempre va por detrás.

De todas las personas raras con las que me he involucrado este ultimo año (desde los modernos, hasta el que me pegó el herpes, pasando por un bipolar diagnosticado hasta llegar a un casi adolescente) solo confiaba en este. Era el más decente. Era el único que mis amigos querían. Era el pajaro herido. Pero son carnavales, y para ponerse el disfraz de carnaval tuvo que quitarse su eterno disfraz de pajaro herido, mostrando su verdadero disfraz de ave rapaz.

Cai como idiota.
Tengo una pegatina en la cabeza que dice "Tirar después de usar".

No hay comentarios:

Publicar un comentario