domingo, 16 de mayo de 2010

Enferma de él

Fácil de explicar: la sensación de soledad y vacío es simplemente el mono de la oxitocina.
Lo entiendo, y entiendo que el estar cabreada y con ganas de llorar es porque necesito la dosis y no la recibo.
Entiendo que derretir el móvil con la mirada responde a que mi cuerpo se está limpiando.
Que es algo sólo bioquimico.
Que soy adicta. Adicta a él.
Con mi mejor amiga comparamos el superar a un hombre con dejar de fumar. No sabíamos en ese entonces cuanta razón llevabamos.
Porque el mono que siento es el mismo.
Estoy enferma. Enferma de él.
No sé cuánto tiempo tardaré esta vez, pero ahora me digo lo mismo que le dije a aquel colega que había dejado de fumar, cuando me pidió un cigarro: "Por qué narices vuelves cuando sufriste tanto para dejarlo la primera vez?".

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